La máquina de carne de ballena divide opiniones en Japón

Una empresa de Japón tuvo la idea de vender carne de ballena en máquinas expendedoras de la ciudad de Tokio. La iniciativa dividió opiniones entre los japoneses, que realizaron protestas en algunas partes del país. En 1986, la Comisión Ballenera Internacional prohibió la caza comercial de ballenas después de que algunas especies se extinguieran. Pero la caza continuó en Japón para realizar investigaciones. La caza comercial regresó en 2019 en el país asiático. La empresa que vende carne de ballena a máquina pretende aumentar la cantidad en 100 lugares en los próximos cinco años en Japón.

La empresa dedicada al sector ballenero Kyodo Senpaku fue responsable de hacer los terminales de autoatención, conocidos en el país como hanbaikis. Las Whale Stores (tiendas de ballenas) tienen carne enlatada, congelada y en forma de sashimi. El precio varía entre 1 mil y 3 mil yenes, que en reales sería en promedio de R$40 a R$120.

Antes de implementar las máquinas, a finales del año pasado se realizó una prueba. El portavoz de Kyodo Senpaku, Konomu Kubo, dijo en una entrevista con el periódico británico The Guardian que las ventas superaron las expectativas. "Las ventas superaron nuestras expectativas, a pesar de que los productos no eran precisamente baratos". Además, según Kyodo Senpaku, muchas personas curiosas y personas mayores que quieren recordar su infancia compran este tipo de carne.

Sobre las críticas que la empresa ha estado recibiendo desde la instalación de las máquinas de carne de ballena, el portavoz afirma que no reflejan la opinión de la mayoría. “Nosotros tenemos noción de las críticas, pero son una minoría. Lo que es importante para nosotros es cómo las máquinas se han revelado populares hasta aquí”. Una de las líderes del mercado, anualmente Kyodo Senpaku proporciona un promedio de 100 toneladas de carne del animal para ser ofrecidas a los niños en sus almuerzos escolares.

La tradición de la carne de ballena no es nueva

El consumo de carne de ballena tuvo bastante intensidad después de la Segunda Guerra Mundial: a principios de los años 1960. En ese período, alrededor de 233 mil toneladas se consumían en el transcurso de un año en Japón. En Japón, la carne de ballena se llama kujira. En esa época, era común que la carne se sirviera en almuerzos escolares. Con las campañas de concienciación, las industrias balleneras disminuyeron la cantidad de dicha carne. En 2021, por ejemplo, se consumió 1 tonelada de carne durante un año en el país asiático. Pero la presencia y modernización de máquinas por parte de la industria colaboraron en la popularización de este alimento.

Las personas que se oponen al consumo de carne de ballena protestan para que sea prohibido. A través de un comunicado, Whale and Dolphin Conservation expresó: "Solo un pequeño, aunque influyente, grupo de políticos y accionistas de la industria promueven los intereses de la caza de ballenas en el país", afirmó la institución en un comunicado. La industria cuenta con el apoyo de políticos conservadores, que acusan a los grupos opositores al consumo de ballena de estar acabando con una tradición en nombre de lo que llaman "imperialismo culinario".

La máquina con carne de ballena divide las opiniones en Japón

La importancia de las ballenas para el medio ambiente

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las ballenas son las criaturas más inteligentes del océano, además de ser las más grandes. Ellas son responsables de acumular una gran cantidad de carbono en sus cuerpos. Esto permite que, por año, puedan almacenar miles de millones de toneladas de dióxido de carbono. Según un estudio del Fondo Monetario Internacional, la protección de ballenas tiene un incentivo monetario, ya que estos animales son una solución importante basada en la naturaleza para capturar carbono de las emisiones humanas, lo que influye en la disminución del calentamiento global.

Con una vida media de 200 años, cuando las ballenas mueren se sumergen en el fondo del océano y se llevan carbono consigo. Según el estudio, cada ballena captura al menos 33 toneladas de dióxido de carbono.